Parejas

Entre el sexo y el amor, ¿los hombres también merecen que se los hagan bien?

A lo largo de la historia se ha denominado al hombre como el sexo fuerte, y a la mujer como el débil respectivamente. Nada más alejado de la realidad. Si bien es cierto, el hombre lleva consigo uno de los privilegios más bonitos, brindar seguridad, protección, cuidado y amor a su mujer. Lo anterior, no le convierte en un ser inmune a los efectos de los desaciertos, de hecho, suelen ser más vulnerables pero, en medio de una cultura plagada de machismo, no suelen ser evidenciados.

Continuamente he leído sobre que los hombres deben ser detallistas, llevar rosas, invitar a cenar, al cine u otro tipo de lugares donde se pueda pasar un bonito momento. Y si, es algo que debe asumirse con plena responsabilidad producto del amor hacia la otra persona. He leído textos más osados, hablando de la intimidad, de que debe saber cómo hacer el amor a su mujer, cómo atenderla y si esto no se da, en algún momento, se le tilda de maneras poco razonables y respetuosas.

En una sociedad que vive en continuo pleito por posicionar a uno sobre el otro, es lamentable que se olviden aspectos tan importantes como la construcción de ese amor de pareja. Una de las partes porque espera que la otra asuma la responsabilidad de hacer y mantener floreciendo esa llama. Algo que no concuerda para nada con la corresponsabilidad de las partes.

Si bien es cierto, nuestra sociedad impone diferencias muy marcadas entre los unos y los otros. Pero esta verdad no exime de la responsabilidad de ambos por construir hombro a hombro. De hecho, nada tiene que ver con el uso de recursos de manera exuberante, es más bien la pasión y la entrega en los actos realizados.

Continuamente escucho o leo sobre personas quejarse que su pareja no es un romántico, que no la complace, que no hace esto o aquello. Seguramente, no se han detenido a pensar si ellos ya hicieron todo eso. Y es que se vuelve sencillo quejarnos por lo que no nos dan, pero pocas veces pensamos en cuánto, de eso que demandamos, hemos dado nosotros.

“Mi esposo y yo tenemos un matrimonio feliz”, decía una esposa ufanándose. “No hay nada que yo no hiciera por él y no hay nada que él no hiciera por mí. Y así nos pasamos la vida: ¡nunca hacemos nada el uno por el otro!” (Tomado del libro: El Talento no lo es todo. Pág. 276) el caso de esta esposa es tan cotidiano y común que lo normalizamos, pero es justamente esa actitud la que nos lleva a la frustración en nuestras relaciones y en consecuencia al fracaso.

Pero indudablemente de las cosas que suceden alrededor de si ambos son capaces de “hacérselo bien” al otro, hay aspectos que son fundamentales para que el goce pleno. No es responsabilidad de uno o del otro, es de ambos. De hecho, el disfrute o no del hecho sexual es un resultado de problemas mayores, que tienen que ver con la intimidad, la cual ha sido relegada al acto mero del coito, lo cual deriva en el problema planteado.

El éxito del acto mismo dependerá de la intimidad que se tenga, eso exige una verdadera y hermosa conexión, de lo contrario nada funcionará bien pero, el tema de la intimidad lo veremos en otra entrada.

Y sí, tanto el hombre como la mujer merecen que se lo hagan bien, todo.

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